Campos de Castilla
El Club despidió el “curso lector” el jueves 1 de junio en el Palacio de la Isla con Antonio Machado como protagonista
“A UN POETA HECHIZADO POR LOS CAMPOS CASTELLANOS”.
Suena en mi móvil la voz cascada del cantante de la MODA, se expande por el jardín delantero del Palacio de la Isla mientras espero solitaria, bajo los altísimos árboles, la llegada del resto de miembros del Club de Lectura, que nos hemos dado cita en esa tarde húmeda castellana para hablar de Machado y de su poemario “Campos de Castilla”.
“Llueve en el único infierno con hielo / en el Campo amarillo de Antonio Machado / Soledades y vientos tirando del carro / En la tierra que menos le importa al gobierno”, escucho a través de una plataforma de emisión en continuo y pienso en la letra de esta canción, “Campo amarillo”, y en Machado, y en la poesía, y en cómo la lluvia de esa tarde parece llorar también por Castilla.
El Palacio de la Isla, sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua desde 2008, nos acogió amablemente para poder volver a degustar los poemas de “Campos de Castilla”, cuya primera edición apareció en 1912. Un poemario que nos muestra a un nuevo Machado, el Machado del 98, “hechizado y herido” por las tierras castellanas y por Soria, donde comenzó su vida como profesor de instituto y donde conoció a su gran amor, Leonor, a quien siempre llevará en su corazón junto con las cumbres del Moncayo, el Duero, los olmos, los olivos y las gentes castellanas.
Coincidimos todos en la belleza de unos versos que, cual pinceles, retratan una Castilla empobrecida y dura. Es muy fácil visualizar e imaginar las escenas que Machado pinta a través de su poesía. Así, sentimos el traqueteo del tren en el que viaja estando en Andalucía mientras añora las tierras castellanas (“El tren”); nos fatigamos subiendo a El Espino donde Leonor descansa (“A José María Palacio”); nos llega el calor del fuego del hogar y el borbolloneo de la olla, junto al viejo que acurrucado tiembla mientras la vieja hila su mechón de lana y la niña cose el verde ribete a una estameña grana (“Campos de Soria”), y nos emocionamos con los
712 versos de “La tierra de Alvargonzález”, dedicado a Juan Ramón Jiménez, una tierra que “se colmará de riqueza; / muerto está quien la ha labrado / mas no le cubre la tierra”.
En la sala del Palacio de la Isla resonaron, a través de nuestras voces, los doloridos versos de estos poemas, que cobraron nuevamente vida mientras los recitamos.
La sesión del Club finalizó con una visita guiada al propio Palacio, construido en 1883 por el banquero Juan Muguiro y Casi para escapar de los rigores del verano madrileño. De estilo romántico con influencias neogóticas, fue también cuartel general y residencia de Franco (1937-1939), sede de la entidad preautonómica Consejo General de Castilla y León (1978-1983) y sede de la Junta de Castilla y León hasta su traslado a Valladolid. En la actualidad, es propiedad del Ayuntamiento de Burgos y de la Diputación Provincial.
De interés, el fondo de consulta pública Aula Artesa, situado en la planta baja y dedicado a la revista literaria vanguardista del mismo nombre (1969-1984), que contó entre sus colaboradores con Max Aub o Camilo José Cela.
Con los versos machadianos resonando aún entre las paredes del Palacio, despedimos un año más de lecturas compartidas y de interesantes tardes literarias, y qué mejor lugar que el edificio en el que, además, se estudian los orígenes de nuestra lengua. ¡Gracias al Instituto Castellano y Leonés por acogernos!
Y, mientras salgo por el arco que da acceso al Palacio y los miembros del Club nos despedimos deseándonos un feliz verano, vuelve a mí la voz de la MODA: “Quieren hacer el agosto a nuestra costa / Sin saber, sin saber / Que los campos tan honrados / Son los que están más cansados / Que los campos más honrados / Son los que están preparados / Que los campos castellanos / Arden fácil en verano”.
Vicky Rodríguez