«Enemigos – Una historia de amor», de Isaac Beshevis Singer

“Todavía sigues escondido en el henil. Eso es lo que pasa”.

Esta frase, que le dice Masha a su amante-novio, Herman Broder, da la clave de la personalidad del protagonista de la novela.

Esta novela, que habla de la relación de mentiras e infidelidades de un triángulo que pronto se convierte en un cuarteto. La clave de esta novela radica en la relación entre el protagonista y «sus» dos mujeres que pronto pasan a ser tres.

Con esta base normalmente tendríamos con un vodevil humorístico y sus giros de guión para hacerlo girar todo alrededor de esta relación imposible. Pero no es así; el autor se dedica a hurgar en el contexto en el que se produce el triángulo amoroso, cómo se desencadena y cómo acaba explotando por un protagonista que se ve desbordado por la situación y no sabe cómo salir de ella.

Tenemos al protagonista, Herman Broder, judío superviviente de la II Guerra Mundial. En realidad los protagonistas son todos supervivientes, pero Herman es el que sigue atrapado en ella. Por decirlo de alguna forma él está muerto, pero no lo sabe. O al menos no lo está físicamente, psicológicamente sí.

Está casado con Yadwiga, una mujer polaca sirvienta en su casa que accedió a esconderlo en el granero cuando los nazis invaden Polonia y con la que Herman acaba casándose cuando se entera de que su mujer ha fallecido. Pero no lo hace por amor sino por una mezcla de pena y agradecimiento.

El tercer vértice del triángulo lo forma Masha, la atractiva amante que Herman inexplicablemente (en opinión de los que le van conociendo) consigue y que es más acorde a sus fantasías que la mujer con la que se ha casado. Masha sabe, además, que su «amando» está casado y consecuentemente le «tortura» con reproches de manera continua. De hecho, parece que son estos reproches los que traen «de vuelta» a la realidad.

La existencia de este trío y la maraña de mentiras que se dedica a urdir para ir sobrellevando el día a día, no sólo con su mujer y su amante sino también con el rabino para que el que le escribe los textos; por otra parte, es lo que muestra cómo Herman no está viviendo en esta vida sino que la sobrelleva. Está inmerso en la paradoja de Epicuro y de cómo si hay un Dios puede permitir la atrocidad que supuso el Holocausto. “Los judíos no tenían derecho a celebraciones después del holocausto” se dice en un momento dado en la novela.

El triángulo de repente se convierte en un tetraedro cuando aparece en escena la mujer de Herman, a las que todos daban por muerta. Y que acaba precipitando todo.

Tenemos una historia no sobre los horrores de una guerra sino más bien sobre los horrores de los que sobreviven a una guerra. Una historia sobre muertos que no saben que han muerto. Sobre la destrucción personal, pero también sobre la resiliencia. Sobre cómo algunos consiguen sobrevivir al horror y seguir adelante frente a los que se quedan atrás.

                                                                                                                                                           Miguel Ángel del Hoyo

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: