«Las pequeñas virtudes», de Natalia Ginsburg
No sé dónde clasificarlo. La autora lo llama un libro de ensayos. Quizás lo sea, en el sentido de que el ensayo es una obra no literaria. Y ciertamente, al leerlo uno tiene la sensación de que no son obras de ficción o por lo menos no como consideraríamos una obra novelística o de relatos cortos.
En otros momentos me da la sensación de ser como esos libros recopilatorios actuales donde el autor recoge sus columnas dominicales, a veces dando su visión de la realidad que le rodea. Pero a veces esos artículos tienen una visión más intimista y personal. Como si la autora estuviese escribiendo en un diario su impresión acerca del mundo que le rodea.
Invierno en los Abruzzos viene a recordar que la vida no es exactamente lo que esperamos que suceda mientras nos lamentamos de nuestra suerte, sino que es lo que pasa en realidad. La autora acaba reflexionando sobre lo feliz que era cuando pensaba que era desgraciada.
Los zapatos rotos viene a hablar de la necesidad de tener un anclaje familiar fuerte que te ponga las bases para luego ser libre en tus decisiones. Porque es ese anclaje de lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo lo que te permitirá tener una base en la que sustentar tus decisiones, las que te permitirán ser la persona que te apetece ser o la que la familia espera que seas.
En Elogio y lamento de Inglaterra la autora tira de dulce y cáustica ironía (¿un cierto humor inglés?) para describir lo que ve allí: “Los jóvenes creen que por vestirse de ese modo afirman como en voz alta su propia situación libre… miles de personajes perfectamente idénticos…” y es que no consigue acostumbrarse a Inglaterra y se nota por todo el texto la nostalgia que siente por su ruidosa, caótica y espontánea tierra natal frente a la pulcritud y melancolía inglesa. En fin, creo que es el relato que más he disfrutado de todos los del libro y eso que ninguno tiene desperdicio.
Las relaciones humanas es simple y llanamente su autobiografía. O al menos eso es lo que me pareció leer. Y es que mientras que el resto de relatos podría decirse que son epístolas a ella misma (esa suerte de diario personal que mencionaba al principio), en Las relaciones humanas nos está contando su vida.
Y, por último, cómo no mencionar Las pequeñas virtudes, que al fin y al cabo es el que da título al libro. Y es que creo que con ese título, si bien habla al principio de aquellos valores en los que educar, también pretende reflejar los pequeños instantes en la vida en los que merece la pena fijarse.
Y en este relato la autora vuelve a dar tremendos sopapos en guante de seda. Y quizás aquí es donde más se puede notar el pensamiento izquierdista de la autora (puesto que creo que militaba en el Partido Comunista) y en cómo cree ella que hay que enfocar la educación, la cual choca y de qué manera con cómo se hace o cómo se hacía antiguamente. Y es cierto ll que plantea la autora de que olvidamos transmitir algunos valores puesto que creemos que van a surgir tal cual. Y esto nos debería llevar a reflexión, porque no siempre es así. Es más, desde hace años se habla de pérdida y crisis de valores en la actualidad. Y el problema es que nos enredamos en el detalle en la educación, cuando en realidad habría que cambiar el enfoque completo. En la educación recibida en la familia y en el colegio (o mejor dicho, en lo que se debe plantear como educación a recibir desde el Estado).
Hay varios relatos más, pero creo que en este artículo me apetecía hablar de los que más me han llamado la atención, claro.
Miguel Ángel del Hoyo