Microrrelatos VI Edición: Categoría E (Bachillerato, Ciclos, Padres y Profesores)

Primer premio: Leonor Sebastián

SE VENDE

Mi pueblo está en venta y se vende con todo: con las eras, la fuente y el pretil; con la iglesia y las tumbas de los que un día corrieron por sus calles, mis paisanos; con la escuela de niños y de niñas, la taberna, la bolera y el frontón.

Mi pueblo está en venta y se vende barato pues no tienen precio el vuelo de los pájaros, el croar de las ranas, las olas del trigal, el olor a resina de los árboles…

Mi pueblo está en venta y se vende vacío. Vacío de toques de campana a fuego, misa o vacas; vacío de bullicio, de respuestas a silbidos conocidos, de los cantos de siega y de leña quemándose en las glorias. Vacío de todo.

Mi pueblo está en venta y se vende sin mí.

Segundo premio: Jesús García

NATILLAS CASERAS

Estoy cansada de vivir con miedo, de sentirme nadie, de esperar respuesta. Ingredientes: litro y medio de leche, la corteza de un limón… Sé que prometí quererlo, pero no a este precio. Una rama de vainilla y una de canela… ¡Te pasas el día en la cocina!, ¡no sirves para nada!, ¡me das asco! Seis cucharadas de azúcar, batir dos huevos y seis yemas… Te he preparado tu postre favorito. Treinta gramos de fécula de maíz, seis galletas María… ¿Otra vez?, ¿todos los días natillas? Mortero, Diazepan, Alprazolam… Tienen un sabor raro. Anda, termínatelas, ya no te queda nada. Ya no te queda nada.

Tercer premio: Ana Porres

VOLVER

Sus ojos color canela, aunque cansados, aun reflejan alegría y brillan cada vez que pasea por las calles que le vieron crecer. Sus manos arrugadas sostienen temblorosos recuerdos en blanco y negro de los que habla con ternura. Y sus palabras, a veces entrecortadas, cuentan historias llenas de emoción, sabiduría y cierta nostalgia.

Le conocí tarde, cuando casi rondaba los setenta, pero hubiera deseado hacerlo mucho antes. Apuesto que fue un joven astuto, lleno de vida y desparpajo. Y sé que no me equivoco por el cariño que desprenden quienes hablan de él.

Ahora que estoy lejos recuerdo con melancolía cuando, sentados en aquel banco de piedra, se atrevió a preguntarme:

  • ¿Es verdad que te vas?

Me hubiera gustado seguir apretándole la mano, pero tuve que secarme alguna lágrima al ver cómo su mirada se apagaba un poco más.

  • Por poco tiempo, abuelo.

Accésit: Nicolás Llop

HECHO DE SAL

Hace mucho, mucho tiempo; tan solo había un desierto blanco; un desierto blanco hecho de sal, cuyas dunas no conocían fin.

En este desierto vivía una princesa.

Todos los días la princesa enterraba una semilla en un lugar diferente, y las regaba hasta quedar dormida.

Y así poco a poco el desierto se convirtió en una pradera, la pradera en bosque y el bosque en selva.

Y con las plantas también vinieron los animales, y también unas pequeñas criaturas que llamaron humanos.

Pero un día la princesa se levantó y no encontró nada de lo que una vez había sembrado. Todos sus árboles habían sido talados, toda su tierra había sido quemada, todo su cielo había sido envenenado.

Todos sus sueños habían sido destruidos.

Y ante toda esta desolación su única respuesta fue llorar.

Y lloró.

Y sus lágrimas inundaron los valles, barrieron las laderas y borraron cualquier indicio de vida que alguna vez pudo haber habido.

Y cuando al fin la tormenta cesó, no quedaba nada más que un desierto. Un desierto blanco, hecho de sal.

Y nada de esto hubiera sido posible sin la inestimable ayuda de la colaboración desinteresada de gente maravillosa como nuestras azafatas. Gracias por todo.

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