«Canción del Machichaco», encuentro con Enrique García Revilla

“MI intención no es otra que la de ofrecer a mis amigos varias horas de felicidad lectora”. Con estas sencillas palabras, como hombre sencillo que es, Enrique García Revilla define el porqué de escribir su última novela, “Canción del Machichaco”, un trabajo literario que desde luego consigue ese objetivo. Y, como no podía ser menos tratándose de él, con la música como protagonista.

Como protagonista fue Enrique García Revilla del encuentro que mantuvimos con él en el Club de Lectura del colegio el pasado 10 de diciembre, en el que nos desveló ciertos secretillos de la producción de la novela y recreó, a través de sus palabras, algunos de los episodios que más nos han gustado de su trabajo. Como él mismo apuntó, “la novela surge poco a poco, dato a dato, que se juntan y la novela crece”.

“Cuidada en el estilo y en su composición”, en palabras de la coordinadora del Club de Lectura, “Canción del Machichaco” tiene todos los ingredientes para atrapar la atención del lector, sumergirle en la trama y no dejarle escapar hasta el final: intriga, amor, guerra, celos, desamor, tragedia, traición, plagio, magia… Y todo comienza con un manuscrito cervantino hallado en el buque de vapor “Cabo Machichaco”, que se incendió en la bahía de Santander un 3 de noviembre de 1863 y provocó la muerte de casi 600 personas.

“Necesitaba un hecho importante para arrancar la novela y, como mi familia es santanderina, me pareció un buen punto de partida este acontecimiento histórico, no demasiado conocido, pero que constituyó la mayor tragedia civil del siglo XIX en España” comenta.

Este episodio, junto con el estreno no exento de polémica de la obra de Stravinski “La consagración de la primavera” en mayo de 1913 en París, conforman los mimbres sobre los que el autor ha compuesto un “libreto” con el que rendir también un homenaje al compositor burgalés Antonio de Cabezón, reivindicar su figura y la de los autores españoles de la música del Renacimiento.

“La idea era la de que uno de los protagonistas llevara ‘La consagración’ de Stravinski a una isla remota y que fueran los indígenas quienes la interpretaran”.  Y esa isla es Annobón, ubicada en el Golfo de Guinea y el escenario central de la novela, a la que llega Juan de Alanís con su vihuela para transformar la vida de sus habitantes y la suya propia.

A partir de aquí se desarrolla toda una trama que nos lleva por varias épocas –desde el siglo XIX hasta el XXI– y personajes diversos, tales como el propio Juan de Alanís, “arquetipo de hombre de armas y letras”, “o Morante, Pierre Renè, Estelle o Raimundo Literes. La verdad es que me siento muy orgulloso de la manera en la que he compuesto los personajes principales, su forma de ser y  sus atributos. Es curioso porque hay días en los que ves el telediario y te encuentras con un personaje de tu novela”, comenta Enrique García Revilla.

“También es cierto –prosigue–, que algunos episodios de la novela están inspirados en hechos reales y que son estos hechos lo que me han dado pistas para la novela, como es el caso de la niña Esperanza, cuya historia surge al escuchar en la radio una entrevista a un chico africano, o la pérdida de la “Sinfonía Real” de Antonio José de Cabezón, que da una de las claves finales del libro”.

La magia y lo sobrenatural también tienen su lugar en la novela con la presencia de Sabina y la “Pakia” que, como comenta Enrique, “reúne las energías de todos y rodea a cada persona”, así como el destino que, como un director de orquesta, marca los tiempos y los ritmos, provocando que la trama tome unos derroteros u otros, para felicidad de unos y desencanto de alguno. Nosotros, sin embargo, tuvimos la suerte de que la “Pakia de las Letras” nos regalara un nuevo encuentro con Enrique García Revilla, con el que ya habíamos degustado literariamente  “Los cafés de la orquesta” en el Club de Lectura del colegio. Ahora, anoten este título: “Canción del Machichaco”. Léanlo mientras escuchan “La consagración de la primavera”, las zarzuelas que se mencionan en la obra o la ópera de Antonio de Cabezón “El mozo de mulas”. Verán que, como Juan de Alanís, siempre querrán regresar a Annobón.

Vicky Rodríguez

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