Entre ramas y versos

21 de marzo: día del árbol y de la poesía

El pasado día 19 de marzo y en la biblioteca de ESO, quisimos hacer un pequeño homenaje a nuestros amigos los árboles, en su día, y convencer, de paso, a nuestros compañeros del último ciclo de Primaria de lo  atractivo y ameno que puede ser el género lírico. ¡Y qué mejor que unir versos y ramas con canciones y risas!

Para ello preparamos una sencilla representación con la ayuda de Mencía, Valeria, Carlos y Miguel, alumnos de 4º ESO. En su espectáculo dramático, nos mostraron que leemos y escuchamos poesía muchas más veces de las que nos pensamos; de hecho, escuchamos poemas a diario … porque, ¿qué es una canción sino un poema con música?

A través de la mirada de dos alumnas muy distintas, y con la ayuda de los mismísimos Lorca y Espronceda, paseamos por la poesía en lengua española, escuchando y analizando  desde la “canción del pirata”  hasta el último rap de Nach,  sin olvidarnos de una versión flamenca  del  Romancero Gitano o  de una canción de moda de Melendi.

Y es que la poesía nos habla de la magia de las palabras, que así, combinadas en versos, con rima asonante o consonante, con una pizca de sentimiento y unos cuantos acordes musicales  se convierte en obra de arte, que impacta en el corazón.

¿A quién no le gusta escuchar música? ¿Quién no se ha emocionado alguna vez con alguna canción que algún poeta compuso si saber que llegaría algún día  a nuestros oídos?

Para rematar la actuación, Valeria nos  recitó un precioso poema de Machado dedicado a los árboles:

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento…

Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.

Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.

Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.

No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.

Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde…

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