«Canción del Machichaco», de Enrique García Revilla

Esta novela escrita por el burgalés Enrique García Revilla, antiguo alumno del Colegio Jesuitas en Burgos, sinceramente me ha encantado. Se trata de una excelente obra en todos los sentidos, como luego diré.  Se lee con mucho gusto e interés.

El estilo literario del autor es óptimo y demuestra un gran dominio de la lengua castellana. Y no digamos los conocimientos que posee del mundo musical, tanto en lo que se refiere a los numerosos y diferentes instrumentos como también a los compositores y sus obras. Se nota bien que Enrique Gª Revilla es un experto en el mundo de la música, además de un buen intérprete de violín. Recuerdo que ya practicaba este instrumento desde sus años de estudiante del entonces BUP. Es la época en que yo lo conocí. También conoce estupendamente a los Jesuitas y su itinerario formativo. Uno de los personajes centrales es un jesuita que desea ir a misiones. Al final logra su propósito y va a la isla de Annobón. En ella transcurre buena parte de la obra.

La novela comienza en la ciudad de Santander en los inicios de noviembre de 1893. Hacía pocos días que se había producido la tremenda explosión de un barco en su bahía, el “Machichaco”. Explosión debida a la dinamita que transportaba y que causó centenares de muertos y heridos. Es un hecho histórico y del que existe un monumento conmemorativo en el puerto santanderino que recuerda este luctuoso acontecimiento. Precisamente en estos días se conmemora el 125 aniversario de la erección de este monumento, en el muelle que lleva su nombre.

Entre las escasas cosas que se pudieron rescatar de la explosión se encuentra un viejo manuscrito, de escasas páginas, que es el que da pie a la trama de la novela.

El libro, también al comienzo, narra una reunión entre Menéndez Pelayo, Pereda, Galdós y otro personaje llamado Morante Serna, que se suma a la tertulia. En ella leen el manuscrito por turno y debaten la datación del documento, al igual que su posible autoría…entre otros temas. Pudiera ser de inspiración cervantina. Parece que el documento es del siglo XVII. Se trata de una descripción de la reunión verdaderamente deliciosa.

Al final, el manuscrito pasa a manos de Morante Serna. Y así va pasando sucesivamente a sus descendientes, que suman tres generaciones afincadas en París.

Va transcurriendo la narración cobrando suspense. El final es totalmente inesperado.

Alguien ha calificado esta novela como “una obra maestra”. No dudo en hacerlo yo también.

Fernando Laiglesia, SJ

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