«Dulce Hogar», de Dorothy Canfield Fisher

La primera lectura que se hace del libro es el cambio de roles y lo que supone. No creo que fuese la intención de la autora. De hecho ya deja traslucir cuál es su punto de vista cuando refleja unos puntos de vista más tradicionales en el planteamiento de algunos de los vecinos cuya forma de actuar o expresarse es un tanto miserable.

En realidad creo que la intención de la autora es indicar la necesidad de que cada uno se dedique a lo que realmente le llena o le llama la atención. Es decir, que cada uno tiene su lugar en el mundo y encontrarlo es lo que nos hace felices y lo que proporciona armonía.

Así aparece reflejado cuando la protagonista se ve cómo está absolutamente amargada en las tareas del hogar y el resto de la familia acaba pagando su frustración, de forma que el marido está permanentemente enfermo, el hijo pequeño está en lucha contra el mundo y los otros hermanos se amargan al llegar a casa. Al marido le pasa algo similar, puesto que en el trabajo está distraído y amargado con las tareas que realiza, lo que le lleva a que no hace bien su trabajo y al final le acaben despidiendo, lo que incrementa su frustración, puesto que no termina de dar a su familia la vida que cree que se merecen.

Este punto de vista a priori parece bastante razonable, puesto que a fin de cuentas en la medida que el trabajo que realices te satisfaga, mejores resultados se entiende que acabarás dando. Pero encierra, por otra parte, una idea tramposa y es que es como si las personas y cómo actúan fuesen simplemente la consecuencia de pulsar un resorte y respondiesen automáticamente de ese modo. Es una visión un tanto mecanicista de la persona.

Por otra parte, hay una idea que destaca también en el libro o que parece que despunta. Debe dejarse que los niños vayan descubriendo en lugar de estudiando/aprendiendo. También es un punto de vista interesante pero me parece un enfoque estéril. Parece que hay que desdeñar lo que se estudia y asumir solo lo que cada uno vaya descubriendo. En el libro el padre opta por dejar que el niño “descubra” la solución a lo que intenta hacer. Y es bueno pero, ¿y si no lo hubiese hecho? A fin de cuentas no todo el mundo es un genio. Hay uno que tiene una idea diferente y el resto o bien sigue el camino ya andado o bien se queda donde estaba. No avanza. Los avances en la Humanidad se han ido produciendo porque uno tuvo una feliz idea. Es ahora cuando la ciencia/tecnología parece avanzar más deprisa. Por contra, no parece haber una mente brillante que marque la diferencia, pero sí es ahora cuando más parece adelantar la tecnología, es avanzando sobre el conocimiento que han ido realizando los demás.

Un punto que me llama la atención es el enfoque de la Universidad como un lugar donde uno madura su pensamiento. Quizás de ahí venga la idea de los americanos de la Universidad como el alma mater. En España el enfoque es mucho más práctico, más técnico.

Esta misma idea me ha venido a la cabeza leyendo el último libro de Paul Auster (4, 3, 2, 1), así que debe ser así. Es decir, la idea de la Universidad como un lugar donde aprender a pensar, a ir más allá.

Creo que en definitiva nos sobra muchas veces enseñanza repetitiva de determinados conceptos y nos falta más aprender a pensar.

Miguel Ángel del Hoyo

Club de lectura de adultos

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