Entrevista a Álex Grijelmo

¿Cómo fue tu vida en este colegio?

Muy feliz, me lo pasé muy bien en el colegio. La verdad es que la mayoría de mis mejores recuerdos son futbolísticos, porque jugábamos a todas horas al fútbol. Había campos de fútbol que ya no existen, pero afortunadamente ahora hay terrenos de juego mucho mejores de hierba artificial, nosotros nos dejábamos la rodillas. Además, yo jugaba de portero. Debe de haber trozos de mi piel por ahí por estos barrios flotando en el ambiente.

Estuve en el colegio de la Merced sobre todo el último trimestre de Bachillerato. Ahora ha cambiado todo, yo tendría 10 años y medio. Todo el segundo curso  lo hice en el edificio de El Molinillo que tenía también un campo de fútbol que ya no existe. Aquí también había un campo de fútbol  y veníamos a jugar los partidos oficiales porque era de tierra. Como veis los mejores recuerdos son futbolísticos.

También recuerdo mucho a otros profesores, por ejemplo a Cayo que me dio clases. Recuerdo muchos profesores que me hicieron además amar la lengua. Siempre cito a Luis Moquia, profesor de lengua y a través del cual tomé esa afición por las palabras, no por el periodismo que eso me viene de fábrica, sino por el mundo de las palabras. Recuerdo las clases de latín y de lengua sobre todo, sin embargo, en matemáticas era más flojo.

 

¿O sea que se podría decir que siempre te ha gustado la lengua y la literatura?

Sí, además siempre era el repelente de mi grupo de amigos porque les decía a los demás lo que estaba mal. Les iba corrigiendo pero me lo aceptaban con cariño, me llevaba muy bien con ellos.

 

¿Y en tu vida de adolescente pensabas que llegarías tan lejos?

¿He llegado lejos? A Madrid por lo menos. No, nunca me imaginé nada. Simplemente quería ser periodista. No tenía ninguna pretensión de estar en televisión ni en prensa, no, yo quería ser periodista no tenía una meta en distancia, digamos metafóricamente, simplemente ejercer la profesión, me daba igual donde. Siempre tenía claro que quería ser periodista. Desde los 11 años. Es más, hacia un periódico en clase. En primero tenía una especie de cuaderno donde escribía cosas, se las pasaba a los compañeros, pegaba fotos… luego con la colaboración de otros dos: de Jesús Peña y Luis Ramos, a los que he perdido la pista por cierto, hacíamos una revista. Había un solo ejemplar porque íbamos pegando fotos y lo escribíamos todo a mano. Después mejoramos un poco y empezamos a hacerlo a máquina. Lo fotocopiábamos, se lo pasamos a los de la clase y cobrábamos una peseta a cada uno Una peseta ya no sé lo que es ahora pero era muy poco dinero pero lo alquilaban, lo compraban, lo pasábamos: uno lo leía y se lo pasaba al otro y pagaba una peseta por leerlo. Hacíamos un negocio que nos permitía comprar nuestras chuches. Estamos hablando de que tenía 11 o 12 años,  imagínate, ya entonces quería ser periodista.

 

 

Pregunta 4.

¿Quién te animó a empezar a colaborar con un periódico a los 16 años?

La verdad es que me animé yo solo bastante, pero dio la casualidad de que la madre de un amigo del alma -Jaime Sancha-, escribía en «La Voz de Castilla», era colaboradora de ese periódico que entonces existía en Burgos y un día que estaba en casa de ese amigo le dije que quería ser periodista y me animó a presentarme. Fui allí y les dije que quería colaborar. Me atendió un periodista de «La Voz de Castilla», que se llama José Apezarena, que colabora en distintos medios y me dijo que estaban montando una página sobre estudiantes, movimientos estudiantiles, que estaban reivindicando la Universidad para Burgos. Yo en esa época era muy inquieto y estaba metido en todo: festivales, excursiones, etc. y tenía mucha información. Empecé a publicar cosas sobre actividades en los colegios de Burgos. Así comencé.

Pregunta 5.

¿Qué se siente al ver publicadas tus opiniones en un libro de texto?

Me siento muy extraño, como si fuera una casualidad todo. Ahora cuando veo esto, lo interpreto como que podía estar cualquier otro y es una casualidad que esté yo. No lo interpreto de otra manera.

Pregunta 6.

¿Te gusta releer tus propios libros?

Sí, los releo bastante porque necesito recordar lo que he escrito y los miro siempre muy críticamente y siempre digo: esta palabra tenía que haberla cambiado. No los releo enteros. Hay veces que digo a ver qué escribí sobre esto y cuanto más tiempo pasa respecto a lo que escribí, más extraño me siento porque tú has cambiado. Decía Borges: «Toda mi vida modifica el libro que estoy leyendo». Si leeis ahora un libro a vuestra edad y volveis a leerlo dentro de veinte años, veréis que no es el mismo libro. Pero el libro no ha cambiado, sois vosotras, vuestra vida, vuestras experiencias. Y me pasa lo mismo con mis libros. Mi vida modifica lo que yo mismo he escrito y entonces me parece peor, pero supongo que eso es bueno.

Pregunta 7.

¿Cuál es tu favorito?

Yo creo que «La seducción de las palabras», que ha sido un libro de mucho éxito. Se publicó hace veinte años. Además es el libro de más repercusión, el que más gente ha leído. Es un libro de ensayo, de divulgación. Yo estoy más orgulloso del último, que se titula «La información del silencio», porque es un libro de investigación, que como dice un amigo mío, intenta mover el muro del conocimiento que hay sobre alguna materia y yo creo que mueve unos centímetros el muro sobre la ética del silencio y sobre lo que se silencia en periodismo. Son los dos libros de los que estoy más contento.

 

  1. ¿El más tuyo, más personal?

No es tanto personal que haya una implicación personal o sentimental sino más intelectual, más crítico sobre el mundo  del periodismo y el lenguaje. El más personal puede que sea también “La seducción de las palabras”.

 

  1. Según lo que nos has dicho antes el que más éxito ha tenido ha sido el de “La seducción de las palabras”, ¿no?

 

“La seducción de las palabras” es el que más éxito ha tenido entre el público en general, porque “El estilo del periodista” se usa como libro de texto  en facultades de periodismo de todo el mundo hispano y  solo con que en México se dediquen a comprarlo ya lo leen muchísimos estudiantes de periodismo, pero es un público mucho más cautivo, más concreto pero en cambio “La seducción de las palabras” circula entre todo tipo de gente.

 

  1. ¿Quiénes son tus referentes literarios? ¿Qué te han aportado o en qué te fijas tú que se parece a lo tuyo?

 

Pues dos fundamentales: Miguel Delibes y Gabriel García Márquez y muchísimos más. Y que me parezca yo ninguno, en absoluto, pero bueno son mitos y personas a las que admiro por su escritura y por el cuidado que tienen con el lenguaje. En el caso de Delibes lo que más me fascina es su dominio del léxico rural, la precisión de las palabras tradicionales, las que usa la gente en los pueblos, esa precisión, esa riqueza de vocabulario y obviamente la construcción de su relato de los personajes pero con ese factor añadido del vocabulario. Y en el caso de García Márquez es difícil decir algo que no se sepa; es un escritor grandioso con un dominio del ritmo, de la escritura que yo creo  que no tiene nadie. García Márquez hace música con el ritmo de sus frases subordinadas, en las que no falta ni sobra una palabra, es maravilloso.

 

  1. Y ¿qué autores nos recomiendas?

 

Pues esos dos, jejeje, pero también me parece muy original Juan José Millás y muy divertido, y bueno, muchísimos. Ahora, hacer una lista si queréis la hago; pero tenéis que leer a Javier Marías, a los latinoamericanos, obviamente a  Vargas Llosa, Carlos Fuentes y puff empezar y no terminar de decir nombres. Ah, y tenéis que leer “Patria”, de Fernando Aramburu.

 

  1. Sabemos que tienes un gran empeño en defender apasionadamente el idioma español y uno de tus propósitos es que no usemos tantos anglicismos. ¿Crees que somos vagos (las palabras inglesas son más cortas) o tenemos complejo de inferioridad… porque el inglés está de moda?

Es algo curioso porque parece que la brevedad fuera una virtud, y no entiendo por qué. Una  palabra como ultramarinos, que es larga, es preciosa. Tiene una gran ingeniería interior formada sobre la base mar. Ultra, es decir algo que está más allá del mar, e “ino”, con la o final marcando el género, y al final todo esto forma una ingeniería de cromosomas que se van juntando para formar un ser, que es una palabra. De esta vienen las tiendas de ultramarinos, que vendían todo aquello que llegaba de más allá del mar. Es decir, toda la historia que evoca una sola palabra es maravillosa. Yo creo que la principal razón por la que usamos los anglicismos es por un complejo de inferioridad, ya que hay gente que cree que es más prestigioso introducir un término en inglés que decirlo en castellano. Por esto precisamente la publicidad emplea tantas palabras en inglés, porque los anunciantes piensan que así su proceso es más prestigioso, y por lo tanto más caro. Hay publicidad en inglés para productos como relojes, automóviles, es decir, toda la tecnología, y sin embargo no hay términos ingleses en publicidad de detergentes o productos de limpieza. Otro ejemplo es en las compañías aéreas españolas, en las que si viajas “bien” viajas en clase business y si viajas “mal” viajas en clase turista. Es decir, si viajas bien viajas en inglés y si viajas mal viajas en español. Solo decimos en inglés la clase preferente. Y yo creo que ese es el principal factor de la entrada de tanto anglicismo, que pensamos que si decimos las cosas en inglés somos más importantes.

 

  1. Con respecto a los anglicismos, ¿piensas que la situación mejorará o irá a peor?

 

El género del idioma acaba reciclando todo eso. El problema no es que los anglicismos permanezcan, ya que generalmente o desaparecen o se incorporan como palabras pagando su peaje de una escritura españolizada, como ha ocurrido con fútbol. Pero lo normal es que aparezcan y desaparezcan. Así que no creo que vaya a más, porque ese complejo de inferioridad que tenemos se nos irá pasando. Por ejemplo, el lenguaje del fútbol empezó siendo muy inglés. Al árbitro se le llamaba  referee  y al portero goalkeeper, pero a medida que el fútbol dejó de ser algo de unos pocos y empezó a ser para unos muchos, los anglicismos fueron desapareciendo. Quedan algunos, pero españolizados. Ahora está pasando con el baloncesto, pero a medida que España empiece a ser importante en baloncesto, los anglicismos irán desapareciendo, porque desaparece el complejo de inferioridad, porque ya somos importantes en esa materia entonces ya no necesitamos los anglicismos.

 

15- También sabemos que tienes un grupo de música, ¿qué te animó a formarlo y cómo has conseguido mantenerlo durante tantos años?

 

Eso es lo más importante, puf, con muchísima dificultad (se ríe). Pues por amor a esta tierra, a la cultura castellana, a la música tradicional de Castilla, por la preocupación por los problemas de esta tierra. Hemos hecho canciones que hablan de la emigración de la despoblación que sufrimos en muchos núcleos rurales. En Burgos creo que eran 64 los núcleos rurales donde se han quedado sin gente en los últimos años. Me acuerdo de algunos como Bárcenas, Tabanera, que estaba lleno de tábanos. Y bueno, pues un grupo de gente muy joven que todavía estábamos estudiando en la universidad nos dedicamos a ir por los pueblos a recoger canciones tradicionales y arreglarlas con guitarras, laudes y cantarlas en los escenarios y hemos cumplido 40 años en eso. Aunque cada vez más difícil, hubo épocas en que los miembros del grupo estábamos viviendo en cinco ciudades distintas, cada uno con su trabajo, padeciendo uno de los problemas de esta tierra, la emigración. Ha sido muy difícil pero bueno incluso estas Navidades pasadas actuamos en el Teatro Principal.

 

16- Cambiando de tema, ¿cuál piensas que ha sido tu mayor logro?

Orégano, sin duda. Y dentro de Orégano el recital del pasado 30 de diciembre en el Teatro Principal de Burgos, eso fue lo más maravilloso. ¿Tú sabes lo que es estar ahí con el teatro lleno, con burgaleses que se saben las canciones, que las aplauden, que disfrutan, que están emocionados, que comparten las ideas, que gracias a las canciones del grupo conocen a determinados poetas burgaleses y castellanos? Por ejemplo, hemos puesto música a Esta Tierra de Francisco Pino, un poeta maravilloso de Valladolid, que ya murió, pero fue uno de los grandes poetas españoles del s. XX.  Eso es insustituible.

 

17- ¿Y en el ámbito profesional?

 

La época de la que más satisfecho me siento fue del 1993 al 1997 más o menos, aquella en la que ejercí como redactor jefe de Local en El País de la sección de Madrid. Para mí fue la mejor etapa profesional. Disfruté muchísimo, lo pasé muy bien, tuve un equipo sensacional y contribuimos a cambiar la forma del periódico, hacerlo más legible, más dinámico, más imaginativo.

 

18- Y para terminar, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a los jóvenes?

Que lean. La lectura es la cantera de todas las ideas. No se puede pensar sin palabras, no se puede argumentar sin palabras, y cuanto mayor sea tu vocabulario más posibilidades tendrás de construir  argumentos y de convencer a los demás. Leed, la lectura es la base de todo, además, te da capacidad de concentración, y sobre todo la capacidad de abstracción.

Hablando con gente, a veces te das cuenta de que no son capaces de expresar ideas abstractas, y de que mucha gente utiliza el yo, todo su discurso parte del yo: Yo hago, a mí me pasó, yo hice, yo estuve… Eso puede suceder por una cierta egolatría, pero también sucede cuando esa persona es incapaz de expresar ideas abstractas y todo pasa a través de su propia experiencia. Y para resolver todo eso, la lectura, que lean.

 

Muchas gracias por atendernos

 

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